Angélica, hierática me miras
Desde la cumbre astral de tu montaña
Pierdes así toda apariencia humana
Te despojas de artilugios y mentiras
Y tu acólito, asombrado, sueña
Con beber de tus nieves derretidas
Por la energía de sus arremetidas
Y fricciones tectónicas: Oh dueña!
Qué avalancha de lo alto viene
Arrasando a su paso catedrales
Con su mezcla feróz de lodo y piedra!
Sólo al llegar al Valle se detiene
Sepulta gentes, plantas y animales -
No distingue las frutas de las hiedras
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